miércoles, enero 13, 2016

... vecinos ...

Durante toda mi niñez quise tener vecinos como en las películas, de esos que te sales a jugar con ellos, que los invitas a tu casa, que son tus amigos... pero mi mamá nunca nos dejó salir a jugar solas a la calle (teniendo un parque justo enfrente de la casa), y pues básicamente eso dificultaba el hacer amigos. No conocíamos a nadie de nuestro vecindario, más que a los señores de la tiendita, la papelería, y algunos localitos que estaban también justo enfrente de mi casa. Si acaso conocíamos a unos vecinos, recuerdo el nombre de "gerry" que tocaba la batería pero era mucho más grande que yo; también alguna vez me llevé con mis vecinos de al lado, que uno de ellos tenía mi edad, y bailaban break dance y me invitaban a su casa a verlos bailar, y una, sólo una vez salí a patinar al parque con ellos, y uno por querer lucirse se metió santo madrazo...
Cuando "gerry" se fue, llegaron unos nuevos vecinos, una familia cuya mamá era (y sigue siendo) la persona más agria, mamona y odiosa del mundo... Sólo a mi papá le cae bien, obvio. Además se les ocurrió "remodelar" su casa, lo único que hicieron fue construir un piso más que tapaba todo el sol de mi cuarto, y se les acabó el dinero... a la fecha sigue sin terminarse.

Cuando ya tenía como 24 años pude disfrutar de tener un vecino al cual podía ir a su casa, ensayar, y pasar el rato, y ni siquiera lo conocí por ser mi vecino, si no que coincidimos en unas audiciones y nos empezamos a llevar.

A veces mi hermana y yo conocíamos gente en fiestas (o como dije en audiciones) o en otros lugares que resultaban ser nuestros vecinos y todos nos conocían, sabían a qué escuela íbamos o qué carro teníamos, es más hasta se atrevieron a decir que si vivíamos en la casa de las brujas jajajaja (porque nos la vivíamos gritando en el patio pura burrada).

Cuando me casé y nos mudamos a un departamento, estaba muy emocionada porque al fin iba a tener más vecinos con los cuales convivir. Según yo quería hacer unas galletitas y subir a cada departamento a conocer a mis vecinos (what?) pero afortunadamente nunca lo hice jajaja. Me bastó con un día y una noche para conocer las mieles de tener vecinos arriba.
No es por ventilar a nadie, pero mis vecinos de al lado tenían un gato (el pinche moro) que se metía a mi casa, los de arriba movían, no, no movían, arrastraban sus muebles a las 5-6 de la mañana y luego de nuevo a las 11 además que el papá de la familia era mecha corta y se peleaban a cada rato, dramas de la categoría telenovela del 2 (soooon unas pendeeeeejas, me voyyy de la casaaaaa... noooo papáaaa no te vaaaayaaaaas); los de arriba al lado, tenían una suegra que fumaba desde la ventana y aventaba las colillas a mi patio; los de hasta arriba era una pareja de viejitos que nunca tuve ninguna queja de ellos, y nuestro casero, que se murió y lo vi muerto y tieso en su sillón (triste historia).

Después de 2 años nos cambiamos a una casa, y dije, qué bien, por fin no tendré vecinos molestos arriba, jaja. Y en eso, como a los 2 días llega una gitana a mi casa a decirnos que si le prestábamos dinero, que era nuestra vecina del 22... Bueno, pues esos vecinos fueron los peores... nos robaron cosas, que horror. Los de al lado se salían a fumar a la calle, en pijama, con su café, todos, como 5 personas, los de atrás como que estudiaban teatro musical y se la vivían cantando, no tengo nada en contra de eso, pero que fueran entonados de perdis!

Y al fin llegamos a esta casita, donde tenemos vecinos arriba. Mi vecina taconuda me hizo pasar unos momentos difíciles con mi bebé recién nacido, juro que iba a regalarle unas pantuflas, ah y su celular vibraba todos los días a las 5:30 am, y vibraba en todas las paredes de mi casa; pero afortunadamente se mudaron. Tuvimos unos meses de maravilloso silencio, hasta que llegaron los nuevos vecinos.
Se estrenaron la primera noche taladrando a las 11:30 de la noche, de plano tuve que ir a decirles que se callaran. Así que conocí a la vecina, y muy linda me dijo que perdón, y que blablabla. Intercambiamos teléfonos y pensé, tal vez podría ser amiga de esta vecina. La noche siguiente, su pequeña hija empezó a PATINAR, si, a patinar a las 11 de la noche. Es en serio? Qué les pasa!
Tuve que volver a decirle que se escuchaba un ruideral acá abajo y que tenía a mi bebé dormido...
El chiste es que mi vecina también es taconuda, empieza con su taconeo a las 6 de la mañana, recorre toda su casa de pe a pa unas 6 veces todas las mañanas, corriendo... Y luego llega como a las 9, y deja entrar a su perrito (tacatacatacataca suenan sus patitas) y su hija que es pequeña y no se por qué a esas horas sigue despierta, no se le acaba a pila como hasta las 11:30.

En fin, creo que la idea de ser amigos de los vecinos ya no me pinta tan bonito y después de estas experiencias me pongo a pensar... ¿No será que la vecina odiosa soy yo?

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