jueves, febrero 24, 2011

... extraño ...

A dos meses de que te fuiste te extraño.
Y te extraño más que al principio.
Y te extraño cada día más.
Aunque a veces siento que ya no lloro tanto, pero eso no quiere decir que no te extraño.

Extraño hablarte a la casa, y que me contestes: hola hij!
Extraño hablarte pa contarte algún chisme, o para decirte como me fue en mi fin de semana.
Extraño hablarte para preguntarte cómo se pone a cocer el pollo, y que me digas que es bien fácil.
Extraño escuchar tu voz.
Extraño escuchar cómo se te salían los gallos cuando gritabas MiviiiiiiIIIiiiIIII o GeryyyYYYyyYYy
Extraño que me digas cómo llegar a cualquier parte de la ciudad.
Extraño caminar contigo, ir al súper, a la tienda, a casa de mi abuela.
Extraño tomar tu mano grandota y suavecita, y extraño que me hagas piojito, de ese que siempre me quejaba porque me ibas a hacer un hoyo en la cabeza.
Extraño ver la tele contigo.
Extraño que me cuentes tus chistes más malos que los míos y que te rías cuando yo te cuento uno.
Extraño hacerte bromas con mi hermana y mi papá.
Extraño abrazarte, extraño tu olor, extraño que me escuches y que me hables.

Extraño y me duele todo, pero siento que estoy como entumecida, como adormecida.
Como que ya no lloro tanto y como que tampoco me río como antes.
Siento que estoy en un limbo de sentimientos, como que nada pasa en realidad, como que estoy en pausa.

Mi frutilla rosomorío me prestó un librito para el duelo, y trae unas frases tomadas de algunos poemas bastante interesantes.
Me di cuenta que el dolor, así como el amor, es universal y atemporal. A todos nos da, y al parecer todos sentimos lo mismo en algún punto. Así como que duele el cuerpo, el corazón, las tripas, así como ese lugar en donde sientes las mariposas alguna vez, ahí mismo duele y como que se siente vacío.

Me da envidia de mis amigas que tienen a su mamá y me da rabia cuando escucho que alguien le habla mal a su mamá. (y en eso me acuerdo de todas las veces que te hablé mal, y lo siento tanto, perdón, no entendía)

Agradezco a todos los que me apoyan, con sus palabras, con sus abrazos. Agradezco muchísimo a los que me cuentan sus experiencias, te hace sentir menos solo en el mundo del dolor.

Como que a veces pienso: ¿Cómo es que el mundo no se ha detenido si mi mamá se murió? ¿Qué a nadie le importa? ¿Qué nadie la recuerda? ¿Qué ya no existe? ¿En verdad tengo que aceptar que no está? ¿Y en verdad tengo que seguir con mi vida?
Y en eso, hay días que me doy cuenta que en verdad sigo con mi vida, que en verdad tengo que aceptar que ya no está, que ya no existe, que efectivamente el mundo no se ha detenido ni se detendrá y que al contrario de lo que pienso, a la gente sí le importa y si la recuerdan... Sólo que, pues, hay que seguir, porque... así es la vida.

Mi papá me dice que la deje ir, pero, ¿cómo hago eso? ¿cómo saber, si en primera, estoy reteniéndola? Yo sólo siento que la extraño, y si, la verdad quisiera tenerla aquí conmigo, pero ¿está mal eso?

Ayer pasé a visitar a mi papá. Cuando le hablé, él estaba en el súper, así que llegué como 5 minutos antes de que él llegara.
Al estacionarme enfrente de mi casa me invadió un temor horrible, me paralicé y empecé a respirar más fuerte. Me daba miedo entrar a mi casa sola, sola. No puedo acostumbrarme a la idea de que ya no va a estar mi mamá para decirme que cómo me fue en mi día, en mi trabajo (o como me decía de chiquita: qué aprendiste hoy? - nada - nada? ah pus entonces mejor ya no te mando a la escuela). En fin, me dio miedo, mucho miedo...
Pero respiré y me armé de valor, y entré sola a mi casa sola.
Y no me pasó nada, absolutamente nada.
Y sentí dos cosas bien raras, primero sentí paz porque era mi casa, porque es la casa en la que creci y viví siempre. Me sentía bien porque conozco mi casa, y es bonita y acogedora, y porque pues, es mi casa. No hay cosas malas, ni feas, ni nada que me haga daño. Me puse a ver las cosas que ha cambiado mi papá y me dió risita darme cuenta de todo lo que hace por mi y por mi hermana. Después sentí raro porque sabía que no estaba mi mamá, pero pues, no pasaba nada, o sea, no está mi mamá y no pasa nada, la vida sigue, mi papá sigue su vida, la casa sigue siendo mi casa, y ...

carajo, cómo la extraño.