martes, diciembre 27, 2011

... albóndigas ...

Pasó otra navidad sin mi mamá. No es lo mismo, la extraño muchísimo. Y la extraño cada vez que veo su foto, y cada vez que pienso en ella, y cada vez que es de día y cada vez que es de noche. 
Es tan difícil hacerse a la idea de que no está, en verdad, como que nomás no logro entenderlo. La veo en fotos y pienso: "pero si estaba tan bien, y era tan feliz y tan buena". A veces siento que nunca me di cuenta cuando se enfermó, porque siempre creí que su enfermedad era pasajera, que lo iba a superar, que se iba a poner bien. Que sólo era un poco de cáncer que se iba a ir con la quimioterapia. Y creyendo eso se me fue el tiempo...
¿Cómo se puede ir tan rápido un mes, 6 meses, y ahora ya un año? ¿Cómo uno puede ser tan ciego cuando tiene las cosas frente a sus propios ojos? 

El domingo hicimos albóndigas para comer, y por más que quise no pude recordar cómo las hacía mi mamá. Traté y traté y lo único que pude recordar es que le quedaban deliciosas. 
Hoy en la madrugada aproximadamente a las 5:30 am desperté con un sobresalto y ya no pude volver a dormir. Estaba soñando con mi mamá, que estábamos en la cocina de mi casa (la de mis papás) y ella me daba la receta para hacer las albóndigas, la receta más extraña, por cierto. Terminando salíamos de la cocina y aparecíamos en lo que parecía ser casa de mi abuela. Yo veía que mi mamá entraba al cuarto en el que estaba quien yo creía que era mi abuela. Al entrar, la viejita se puso muy feliz de ver a mi mamá y dijo "vicky, vicky, vicky!"
Mi mamá sólo se acostó junto a ella, la abrazó y se quedaron dormidas en paz y muy sonrientes... Y desperté.

Desperté en la madrugada en la que tanto odio despertar, pero esta vez no tenía tanto miedo, simplemente me quedé pensando mucho en mi abuela y hasta pensé "¿Habrá venido mi mamá por ella?"  "Dios por favor que esté bien"

Alrededor de medio día recibí una llamada de mi mejor amiga. Su abuelita acababa de fallecer, alrededor de las 5 de la mañana. 

No puedo decir si vino mi mamá o no, no puedo decir si ella se la llevó, no puedo decir si vino a avisarme y hacerme ver que estaban bien, pero puedo decir que Emilia, la bebelita, ya está descansando en paz, tranquila y feliz; y mi sueño no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza.

Dios es muy misterioso y nos da y nos quita. Le agradezco todo lo que nos da, pero aún no logro entender muy bien por qué debo agradecerle lo que nos quita. Le pido que me de la fuerza todos los días de seguir adelante, a mi y a toda mi familia, para que me ayude a ser más agradecida. 

Ma, no se si viniste a visitarme, pero sé que eras tú en mi sueño. Ansiaba verte y platicar contigo, y si en sueños puedo volver a verte y platicar contigo, entonces quiero seguir soñando... 

domingo, diciembre 11, 2011

... doce ...

El miércoles en la mañana desperté cuando sonó el despertador, cosa que casi nunca pasa.
Mientras me bañaba recordaba lo que estaba viviendo hace un año, los días más feos de mi vida. Ese stress, el miedo, la impotencia, la incertidumbre, el enojo, la tristeza, el arrepentimiento, todo junto. Lloré y lloré y mis lágrimas se mezclaban con el agua de la regadera como para disimular mi tristeza.

El jueves intenté pasar un mejor día, pero es difícil cuando tu papá te recuerda que se cumple un año, aunque ya lo sabes.
Al llegar a la oficina, leí un mail que mandó papá, con un poema que le hizo a mi mamá. Un poema delicioso, lleno de inspiración, dolor, pero sobre todo amor. Antes de llegar a la mitad, ya tenía lágrimas en los ojos. Me detuve, sequé mis ojos, y seguí leyendo. Para cuando llegué al final, mis ojos tenían tanta agua que casi no podía leer. Salí corriendo de la oficina al baño, y me encerré. Lloré y lloré como cuando un niño pierde su juguete favorito, que sabe que nunca más lo va a encontrar, pero que nunca lo va a olvidar.

Durante mi encierro, trataba de desahogarme con una muy buena amiga, que pasó por lo mismo un poco antes que yo. Es terrible que esto sea algo que tenemos en común y que de cierta forma nos une más. Ella es muy unida a Dios y me recordó que Dios hace las cosas por algo, aunque no entendamos, y que nosotros tenemos que pedirle que nos de la fuerza para seguir adelante, y es lo único que podemos hacer. Que no me debo cuestionar, que no me debo enojar.

Tuve un día de locos, de esos en que no importa cómo tenías planeado tu día, parece que todo va a salir mal. Dolor de cabeza, stress acumulado, y todo lo demás que ya venía arrastrando desde la mañana.
Al final del día laboral, llegué por Memo, y como por arte de magia, hizo que olvidara todo el stress y el mal rato que pasé. Fuimos a casa de mis papás, a la misa de mamá.

Que horror, creí que con todo lo que había llorado en el día, ya no iba a llorar en la misa.

Cuando comencé ya no pude parar. Es extraño que mi papá sabía exactamente por lo que yo estaba llorando, y me dijo: "Tu no tienes la culpa de nada, no tienes de qué arrepentirte. Tienes que pensar en los recuerdos felices y llenarte de ellos y olvidar todo lo malo, Todo, me oíste?"

Mi papá es un genio, es muy inteligente, y muy fuerte, lo admiro, no sé cómo lo hace.

En ese momento me tragué mis lágrimas con un gran "gulp" y me acordé de las palabras de mi amiga Dany, y le pedí a Dios que me diera la fuerza para lograr olvidar los malos recuerdos y me llenara de los buenos. Seguí llorando, pero más tranquila. Creo que cuando estás en misa, Dios te escucha más rápido...
Al terminar, nos fuimos a casa de mis papás en compañía de algunos amigos y familiares, a comer botanita y tomar una copita. Hablamos de muchas cosas, y mi papá insistió que debemos de cerrar círculos...
Yo intento cerrarlo, pero cómo puedo cerrar un círculo como ese? Tal vez sigo sin entender, pero tengo miedo de cerrar el círculo y olvidar a mi mamá por siempre; y como decía mi tía, no es que la queramos atar, pero nos gusta recordarla.
No entiendo cómo se hace la distinción entre recordarla y atarla...
Ha pasado un año y sé que no la voy a olvidar, recuerdo perfectamente sus caras que hacía, sus miradas, su risa, sus gritos, sus chistes, sus movimientos, sus manos, sus pies, sus ojos, sus cachetes, su diente chueco, su constante vaivén cuando estaba parada, sus frases... pero aún así me da miedo.

Se que mi mamá en verdad nos ve desde arriba, se que lo hace y que nos manda regalos todos los días, nos manda cosas que nos hacen felices y que nos hacen recordarla. Un concierto de Hanson, cosa que nunca creí que pasaría; una serie en la que sale Elijah Wood, cada domingo; un perro hermoso, cosa que creí que menos pasaría...
El año pasado me gané boletos para ver a Julieta Venegas y se los regalé a mi amiga Sil, pues yo no podría ir porque mi mami estaba malita a punto de entrar al hospital. Este viernes fui al concierto de Julieta Venegas junto con Natalia Lafourcade, y fui excesivamente feliz... Si ese no es un regalo de mi mamá, yo no se qué otra cosa pudo ser.

Puede ser que yo me haga ideas, y que yo me ilusione, pero para mi, mi mamá si nos ve, nos manda regalos y sigue viviendo en nosotros.



Y si, cada día la extraño más.