lunes, marzo 30, 2009

... el empleo más viejo del mundo ...

Casi 5 años, casi 260 semanas, casi 1825 días.

- "aquí tienen una lista con las canciones que traigo, chéquenla, y si encuentran algo que quieran cantar me avisan."

Cada jueves, a las 7 de la noche, me da pa'bajo. Hay días que de verdad no quisiera completar, y hasta me dan ganas de quedarme 3 horas más en la oficina.

- "Pónme la del buki"

Una hora de trayecto me ha costado casi siempre, a veces menos, a veces lo doble. Si sales por carretera es mucho más veloz, pero caro. El tráfico extenuante trata de convencerme de que no vaya. Si uso la carretera eso no es pretexto, no hay tráfico y uno llega requete rápido; pero el dinero, el dinero SÍ es pretexto, es una carretera bastante cara para lo que es, y la neta es que no regalan el dinero... pero esperen, ahi donde voy me pagan... Conclusión, después que pienso un poco más en lo que me ayuda esa lana extra, lo mucho que gasto y lo poco que gano en general, recuerdo que calladita me veo más bonita, y que mejor me voy apurando, o no llego.

- "¿Tienes de la arrolladora o de los cadetes?"
... Maldita sea, nunca entienden eso de: "aqui tienen una lista..."

Entonces llego, pido el aparato y lo pongo. Si corro con suerte tengo 3 ó 4 mesas, pero generalmente no corro con suerte. Los peores días son definitivamente cuando no hay nadie, y lo único bueno esque puedo cantar lo que me plazca, hacer mi show, bailotear y salir temprano.
Supongamos que es un día de suerte: Almohada, Secreto de amor, Si no te hubieras ido, Tatuajes, Cielo Rojo, Lástima que seas ajena y por ahí algo de Alejandro. De tanto que las he escuchado, (a veces hasta duplicadas en la misma noche) ya me las debería de saber; el problema es que creo que ya las bloquee de mi cabeza.

Ah si, habíamos supuesto que era día de suerte. Ahora supongamos que es un día de suerte extrema: Convención de una importante empresa que se dedica a la fabricación y venta de línea blanca, lo cual significa jefes y por supuesto personal de mantenimiento. Lleno total, mucho ambiente, mucha gente.

- "¿Me puedo tomar una foto contigo?"
- "Mmm, si, seguro"

Eso es de lo peor que me ha pasado.
Que por qué?

- "¿Yo también puedo tomarme una foto contigo?"
- "¿Y yo?"
- "¿Y yo?"
- "¿Y yo?"

Hasta que se hace una fila de más de 10 personas (para ser más precisa, de más de 10 miembros del personal de mantenimiento).

Pero bueno, no todo es así de malo, en ese lugar he pasado cumpleaños, despedidas, bienvenidas, reuniones familiares, reuniones bohemias, etc. He conocido gringos, salvadoreños, colombianos, ticos, regios, tapatíos, poblanos, queretanos y por supuesto uno que otro Ricky.
Me he peleado con clientes estúpidos, me he divertido muchísimo, me han dejado propina y hasta he hecho amigos.

La semana pasada me fue excelente. Una manada de adolescentes morelianos ansiosos por vivir atacó el lugar. Todos querían beber, pero al ser menores de edad lo tenían prohibido. No les importó y se dispusieron mejor a cantar.

- "Señora, puede poner la canción de blablablabla..."

Señora? SE-ÑO-RA???
Carajo, nunca me habían dicho señora tantas veces en una noche, estúpidos escuincles. Aún así me daba mucha risa cada vez que lo hacían, y sólo les podía responder entre risas:

- "Que pasóoo, cómo que señora?

Hoy es miércoles, y mi humor me quiere llevar a mi casa a dormir y no despertar hasta el viernes. Es un círculo vicioso que se repite casi cada semana sin falla.

Prff. No quiero, pero aquí vamos de nuevo.

Así que aquí tienen una lista con las canciones que traigo, chéquenla, y si encuentran algo que quieran cantar me avisan.




NOOOOOT!

martes, marzo 17, 2009

... here comes the sun ...




... little darling ...

A menos de una semana
... here comes the sun ...

Gracias por la canción
... here comes the sun ...

Gracias por la simone
... it's all right ...


Su llegada me emociona más que a cualquier persona que conozco.
El viento suave, con pocos restos de frío, acaricia mi cabello cuando camino por la calle, de noche.

Respira profundo, suspira, abre tus brazos y dale la bienvenida.
Déjate llevar. Déjate enamorar. Cierra los ojos y siente.
Sonríele, es un regalo, es todo tuyo y es completamente gratis.

Mi piel se enchina completa pero no es de frío, es la emoción de sentir esta caricia en mi piel, en mi cuerpo, en mi espíritu.

Oyes la música?
Ya viene el sol

lunes, marzo 02, 2009

... el círculo perfecto ...

y para acompañar: Ella no me conoce - Austin TV


y cuando acabe:
Voló al cielo - Austin TV


Tomó sus brillitos para el cuerpo y se puso un poco en los ojos, los guardó en su morral, arregló su cabello en un chongo, se puso unas gafas oscuras, sonrió por última vez en el espejo y salió de su casa.
Gigi era una chica alegre, intensa y muy inquieta. Siempre estaba en busca de una nueva actividad.
Durante su vida había tomado clases de todo tipo de baile: ballet, jazz, tap, hawaiiano, tahitiano, regional, hip hop, africano, moderno, danza árabe, salsa, cumbia, merengue, rock & roll, danzón, paso doble, quebradita y hasta break dance. Había tomado clases de natación, tennis, francés, taebo, canto, yoga, doblaje, kick boxing, locución, pilates, teatro y un poco de fotografía.

Pero a pesar de todo esto, de todas estas actividades y conocimientos tenía una sola pasión, una muy sencilla y a la vez la más complicada de todas; lo que más le gustaba, lo que más disfrutaba hacer en la vida era: círculos. Si, círculos, dibujaba círculos, pintaba círculos, trazaba círculos, bailaba en círculos, siempre buscando nuevos materiales y formas para hacerlos.
Había hecho en su vida tantos círculos que simplemente no podía dejar de hacerlos. Círculos con crayola, lápiz, pasta de dientes, jugo de uva, agua bendita, salsa de tomate con ajo, mermelada de guayaba, galleta, cenizas de cigarro, huevos, ron y chocolate. Hasta ese último día que salió de su casa, su círculo favorito había sido el de chocolate, un delicioso y suculento círculo de chocolate intenso, oscuro y espeso, dulce y amargo, el más delicioso de todos. Éso, hasta que ese día, ese soleado y caluroso primer día de la primavera, se tropezó.

Al salir de su casa caminó hacia la parada de camión; caminaba con sus audífonos escuchando una voz masculina muy femenina que al ritmo de un gatito, y un vaquero galáctico le alegraban los pasos. Tomó el camión y siguió su camino, mientras su selección musical iba cambiando aleatoriamente entre "macumba" y "sweet child of mine". Iba rumbo a uno de sus trabajos, no era en un local, no era en un restaurant, no era en un hotel, no era en una oficina, era, sin más, en un concierto. Entre sus múltiples trabajos podemos mencionar, por decir unos cuantos, cantante, maestra, bailarina, mesera, panadera, edecán, vendedora, recepcionista, ayudante de limpieza, secretaria, empacadora, cuentista, niñera, actriz, pintora de casas y por supuesto "manualidaderista", pero el trabajo de ese día era: fotógrafa.

Llegó al lugar, una explanada bañada por el sol y por el agua que una pipa rociaba a los asistentes que morían de calor. En la explanada había un escenario mediano, mucha gente ansiosa por que comenzara el concierto y cerveza.
Siendo fotógrafa ese día, tenía acceso a todas las áreas restringidas, así que aprovechó y entró a donde pudo para ir conociendo. Adentro, donde estaba toda la gente famosa, empezó a ver cosas interesantes que fotografiar, gente vestida muy estrafalariamente, artistas fans de otros artistas, gente perdida en alcohol al mediodía y por supuesto, toda esta gente que ser famosa no le sirve de nada cuando se trata de entrar a un baño público portátil (sin papel).

El concierto empezó, así que tuvo que salir del área privilegiada para tomar más fotos. El piso era muy irregular e inestable, bien pues, no era piso, era más bien tierra, pura tierra, tierra caliente y seca mezclada con piedras de todos tamaños.

Tarareaba las melodías de austin Tv mientras seguía caminando con sus gafas oscuras. Las amaba tanto que ya dominaba tomar fotos con ellas puestas. Siendo adicta a la fotografía tomaba fotos mientras caminaba, sin ver, por supuesto, el camino que pisaba; y fue entonces cuando sucedió. Dió un paso más, su pie pisó una piedra extraña, redonda, y grande; éste resbaló por un costado y cayó entre dos piedras más pequeñas y picudas. Se atoró y entonces ella salió disparada (haciendo una hermosa parábola como sólo los maestros de geometría saben hacer) hacia el suelo. Su morral quedó un poco más adelante que ella, con todas sus pertenencias regadas por la tierra. Y en eso, con la cámara aún en la mano, lo vió. Lo vió a través del círculo de su cámara, a través de su lente favorito, lo vió todo y su mente simplemente se le fue. Se levantó las gafas para ver mejor, y si, ahí estaba, el material con el que haría su nuevo círculo. Sus brillitos para cuerpo habían salido volando y se había roto el envase, diamantina regada por todo el lugar haría el truco, la ilusión, la fantasía de haber encontrado el material indicado.

Un chico le ayudó a levantarse, él era alto, muy delgado, usaba bigote, cabello extraño, una camisa de cuadros y sombrero.
-Estás bien chica?
-Jaja, si, un poco empanizada pero mejor que nunca! Gracias.
Ella estaba feliz, de hecho, en mucho tiempo no había sido tan feliz.
El chico la ayudó a levantarse. Escucharon juntos el final de Austin mientras recogían lo que quedaba de diamantina revuelta con tierra. Siguieron caminando juntos cuando empezó Fobia hasta que llegaron a un rincón un poco escondido, y Gigi pensó que ese lugar era el indicado para empezar su nuevo círculo, su nuevo rincón secreto.
Al ritmo de "Hoy tengo miedo" empezó a formar un círculo grande de diamantina con tierra, y veía qué tan perfecto le iba quedando con mucha felicidad. Al llegar al primer cuarto del círculo, la diamantina revuelta con tierra se acabó; ella sabía que tendría que regresar a terminarlo, pero lo haría otro día, no hoy.

Cada mes Gigi volvía a aquella explanada a tomar fotos y continuar con su gran círculo brillante. Era tan hermoso su brillo a la luz del sol, que disfrutaba el poco tiempo que pasaba ahí, en ese rincón secreto, con su cámara y su música que invariablemente la acompañaban.
Poco a poco iba cerrando y llenando el círculo; iba lento, muy lento pues no quería terminar de hacer ese círculo que la llenaba de tantas sensaciones nuevas y extrañas.
Ahora, mantener un círculo de diamantina en la tierra es bastante difícil, y qué decir si está expuesto al viento y a la lluvia; por más que todo el tiempo estuviera su mente y sus recuerdos necesitaba de cuidados. La ilusión de Gigi después de 3 meses, seis, nueve, se empezó a convertir en frustración, pero a pesar de todo no perdía la esperanza y regresaba una vez al mes, o a veces más, a aquél lugar, a su centelleante círculo, a su precioso círculo de polvo de diamantes.

Llegó la primavera de nuevo, la emoción invadía su corazón pues por fin, después de un año cerraría ese círculo.
Tomó sus brillitos para el cuerpo y se puso un poco en los ojos, los guardó en su morral, arregló su cabello en un chongo, se puso unas gafas oscuras, sonrió por última vez en el espejo y salió de su casa.
Al salir de su casa caminó hacia la parada de camión; caminaba con sus audífonos escuchando la música del estereo que ya se sabía de memoria. Llegó al lugar del concierto, con cámara en mano, música de fondo y corrió a su rincón secreto. Atravesó la sección provilegiada con todos los artistas empezando a emborracharse a las 11 de la mañana, atravesó la explanada y llegó al lugar.

Se paró en seco.

Sus ojos se abrieron tanto que por poco se le salen, quedó inmóvil. Tragó un poco de saliva y después de 5 segundos parpadeó. Una niña rubia, un poco más alta de lo normal para su edad, jugaba feliz y bailaba con la música de fondo, bañándose con los brillos que recogía de la tierra y aventaba una y otra vez hacia el cielo.
El círculo no estaba más, se había regado por completo desapareciendo aquella imagen que con tanta emoción Gigi había cuidado durante tanto tiempo, y se impregnaba ahora poco a poco en la pequeña.
Su círculo, su amado círculo brillante ya no era suyo. La cámara cayó de su mano, pero afortunadamente la traía anudada en la muñeca. Se quedó ahí, inmóvil por un rato más viendo cómo la niña se divertía cubierta en polvo de diamantes con tierra, en lo que algún día fue su polvo de diamantes con tierra...
No podía moverse, no podía respirar, no podía hablar, no podía llorar, y en eso se dió cuenta que siempre fue sólo eso, diamantina, tan sólo polvo de diamante falso, nada más.

Tomó su cámara de nuevo, la guardó en su morral y regresó a la explanada. Tomó las fotografías más extrañas ese día y regresó a casa, sin cantar, sin sus audífonos y sobre todo sin su círculo. Lo único que conservaba era sus brillitos para el cuerpo, envasados, bien tapados para que no se salieran más.

A la mañana siguiente lloró.



Hoy sigue buscando círculos, haciendo círculos, invocando círculos, disfrutando círculos. Y así lo hará, hasta encontrar el círculo perfecto.