Sábado, Distrito Federal.
8:35 am cruzando la ciudad por todo periférico, desde el norte hasta donde se agarra Viaducto.
Se hacen tan sólo 10 minutos, con el sol en la cara, la música llenando mi ruta.
Manejando cual sateluca, la ventana abajo, el brazo recargado en la ventana, que felicidad.
15 minutos más para llegar hasta mi destino final, la Narvarte.
Estos rumbos eran desconocidos para mí, sateluca de corazón y casi de ubicación.
La Condesa, la Roma, la del Valle, la Narvarte tiene poco que las conozco, y creo que ya las amo.
No es que desconozca mis rumbos, ni que ya no los quiera más, simplemente ahora amo todo todo, la ciudad completa.
La ciudad (en conjunto con el área metropolitana) es el único lugar donde el "verde" es un sabor, y te lo venden en un tamal que no conforme con la masa del mismo, lo ponen dentro de un bolillo, y pa que resbale, te dan un atole, con más masa.
Hay desfile gastronómico todo el día. Te encuentras el tamal en la mañana, chicharrones a medio día, esquites en la tarde, camotes en la noche.
Amo el olor de la mañana en la ciudad, sobre todo cuando está amaneciendo y se siente el calorcito húmedo, pero aún huele a fre'co. Amo escuchar los pajaritos. Amo periférico sin tráfico. Amo ponerme mis gafas cuando el sol da en la cara y no me importa levantarme temprano en fin de semana si voy a gozar de estas maravillas.
1 comentario:
Yo, como tú, amo la ciudad...
Ah... Ciudad de México... bésame mucho.
Saludos desde Navojoa,
Armando.
Publicar un comentario