domingo, octubre 26, 2014

... dormir al bebé, deporte extremo ...

En estos dos meses y medio me he estado entrenando en el deporte extremo de dormir al bebé. Aún no soy profesional, ni mucho menos, ya que cada noche es un reto nuevo, pero me sigo entrenando hasta que algún día lo domine.

Como primer nivel de dificultad está el sacarle el aire al bebé después de comer. Si corres con suerte, se echará su sapo galán simpático en 2 segundos, si no, puedes asegurarte de quedarte dando palmaditas hasta media hora (si eres mamá primeriza y no sabes si ya puedes dejar de dar palmadas, o aún no es tiempo). Esto incluye el acomodarte al bebé sentadito sobre tu brazo y dándole palmaditas con el otro, y como no funciona aplicas el sentadito de ladito deteniéndolo con una mano en el área pecho-panza y pegándole palmadas con la otra, y si esto tampoco funciona aplicas la de acostarlo y luego levantarlo, ponerlo boca abajo y darle palmaditas, cargarlo de nuevo, volverte loca, etc., etc., etc.

En el segundo nivel de dificultad del deporte extremo de dormir al bebé, se encuentra el arrullo y los dolores de espalda (alta y baja) que conlleva, el mareo por si tu hijo sólo se duerme meciéndolo rápidamente de lado a lado, el calambre en el brazo, el calambre en el otro brazo, la mano entumecida, el tronido de muñeca, el rugido de tripas porque ya te dio hambre y la zanja que se empieza a formar en el piso de tanto que pasas de un lado a otro.

En el deporte extremo de dormir al bebé, puedes toparte con obstáculos como la chancla o pantufla, la esquina de la cama, la pata del sillón, alguna pared o el marco de la puerta, los bordes del moisés o cunita, y por qué no, hasta la cama del perro.

Otra categoría dentro del deporte extremo de dormir al bebé, es la de superar los estímulos sonoros como el camotero, el tamalero, el ladrido del perro (o de los 800 perros vecinos), el estornudo de explosión del esposo, el tacón de la vecina de arriba, el tacón mi alegría de la hija de la vecina de arriba, los cubiertos que se le cayeron a la vecina de arriba, el claxon del vecino, el vecino que pasa hablando fuertísimo o gritando (lo cual activa de nuevo el ladrido del perro), el teléfono de casa (porque si eres abusado, pusiste tu celular en vibrar), el celular (por si no fuiste abusado), la tele, el excusado, el rechinido de la cama, el rechinido de la puerta, el rechinido de la cuna, y el peor terror de todos: el ínfimo ruido de un pasador cayendo al suelo. Esta categoría ya es nivel de dificultad 4.

Por último llegamos a la última barrera, el último nivel de dificultad (y de nerrrvio absoluto): el depositar al niño en su cuna sin que se despierte. Esta tarea, por sencilla que parezca, es la más difícil y temida por todos (o al menos por mi). Ya que logré sacarle el aire, arrullarlo, no pegarme con nada y superar los estímulos sonoros varios, es hora de ponerlo en su cunita y me empiezo a poner nerviosa... En qué brazo lo traigo? Traigo el brazo muy metido debajo de su cabecita? La cobijita está invadiendo el espacio que necesito ocupar? Es más, hay cobijita o tendré que ir por una? Estoy lista?
Ok, respira y no lo pienses, entre más lo pienses, peor será...
1... 2... 3!
y justo cuando terminas de sacar el último milímetro de mano debajo de su cabecita, abre los ojos como platos, y sacude las manitas como diciendo "¡ay wey!". Prueba no superada y hay que empezar todo de nuevo...




lunes, octubre 06, 2014

... que tú, que yo ...

El otro día vi un video que andaba deambulando en las redes sociales, se llamaba "Las peleas ridículas que todas las parejas tienen". Lo vi y me moría de la risa al ver que no importa en qué país estés, qué idioma hables o cómo seas, las peleas de las parejas son las mismas.

¿Y es que por qué peleamos por cosas tan tontas?

Justo un poco antes de ver el video, tal vez un día o un par de días antes, estaba Memo lavando los trastes y lavó un sartén con el cepillo de los vasos. Lo vi y mi sangre por dentro empezó a hervir, y sólo le dije: ¿Por qué lavas el sartén con el cepillo de los vasos? A lo que él respondió que no pasaba nada, que daba igual, que de todos modos iba a enjuagar el cepillo después. Y así empezamos con un "que tú, que yo" por una cosa tan sencilla, hasta que después de calmarnos, y ofrecernos disculpas por pelearnos por algo tan estúpido, me solté a llorar y sólo pude decir "esque si lavas el sartén con el cepillo de los vasos, se va a llenar de grasa" (buuuuaaaaa)... Ésa era mi razón tan poderosa para iniciar una pelea...

Y viéndolo de un punto de vista sencillo, no pasa nada si lava un sartén con el cepillo de los vasos, simplemente se lava el cepillo después y listo... Pero la verdad es que a mi me causa muchísimo conflicto, porque a mi me gusta lavar los trastes de determinada manera, no me gusta que nadie más lave mis trastes, es más, cuando viene la señora que nos ayuda con la limpieza, muchas veces dejo los trastes ya lavados, para que ella no tenga que lavarlos...

No soy freak, simplemente me gusta que los trastes estén bien lavados... Me gusta ordenarlos en el trastero por tamaños, me gusta poner los cubiertos hacia abajo para que al tomarlos de nuevo no los agarren por donde se come, me gusta poner las palas de madera hacia arriba, para que se seque primero la parte más grande, o sea la que toca la comida, y ya no importa si se queda un poco húmedo el palito, me gusta primero enjuagar los restos de comida, lavar los platos, luego los vasos, luego los cubiertos (cosa que me choca lavar), luego jarras, licuadora o cualquier cosa extra y hasta el final los sartenes (a los cuales, les removí previamente la grasa con una servilleta, o tal vez dos, o tres...). Una vez terminando los trastes, lavo el fregadero, lo enjuago muy bien, tiro las boronitas o restos de comida que se quedaron en la coladera, y ahora sí, lavo los biberones con el cepillo especial de los biberones.
Y odio que el cepillo de los vasos se llene de cositas, y odio que la fibra se engrase, y odio que los cubiertos estén donde van las palas y viceversa, y odio que los platos estén en desorden y lo que más odio es que se llene el fregadero hasta el tope con platos mal acomodados, vasos, tablas de cortar, la tapa del microondas, y hasta encima el plato de bruce... Porque por supuesto que el plato de Bruce se debe lavar por separado, con las manos, para que la fibra de los trastes no se ensucie de babas ni croquetas...

Ufff... por eso inicié una pelea al ver el cepillo de los vasos en un sartén grasiento... Yo sé, cada quien tiene sus demonios... y los míos ni siquiera son los trastes, creo que tengo otros peores, pero en fin, tal vez seguiremos discutiendo por los trastes, por las puertas de los gabinetes, closets y cajones abiertos, por las luces encendidas, por mi ropa tirada, por azotar las puertas del coche, por la impuntualidad y todas esas cosas que al final del día le dan sabor a la vida.