domingo, diciembre 08, 2013

... crónica de un tatuaje ...

1:00 pm - Llegamos a la cita puntuales (bueno, de hecho se nos hizo un poco temprano).

1:15 pm - Llega el tatuador.

1:53 pm - En lo que preparan el dibujo me echo unas papitas (chips fuego, yummi) y un delicioso tonicol... Tic tac, mientras espero me da nerviecito.

2:38 pm - Empezamos... Pica y arde pero poquito. Ya me he tatuado una vez antes que ésta, y al principio no duele, "¡la depilación láser duele más!", le digo. "Siento yo que mucho más, ¡ahí si pego gritos!". Y él me contesta que efectivamente muchas chicas le dicen lo mismo.



3:26 pm - Tomamos un descansito. Me limpió y me mojó tantito el hombro y sentí frescura tropical. Me veo de reojo el avance del tatuaje y se ve tan bonito que ya me quiero hacer todo el rosal, jaja.
Me como mientras un delicioso y dulce Tico... Y luego lo dejo en paz porque me empiezo a ahogar, y toser mientras te están tatuando no es la mejor combinación.

3:38 pm - ¡Está empezando con la parte de enfrente y duele como navajitas! (auchi)

3:54 pm - Me arde, me arde el hombro, y lo siento caliente, hirviendo, pero me arde más cuando me limpia la tinta (que es aproximadamente cada 5 segundos). Cometo el error de voltear a ver lo que hace y veo como me está pasando una y otra vez una máquina con 4 micro agujas, y entre eso, y forzar la vista para ver hasta donde ya no ven mis ojos, siento como que me desmayo... pero no, jaja, me concentro, inhalo, y exhalo, y regreso a mi conversación por mensajes con mi amiga Silvia, que me hace reír tanto que se me olvida el dolor.



4:07 pm - ¡Mierrrrda! ¡No sé que está haciendo pero me duele como depilación láser al triple! Creo que está haciendo líneas con una aguja muy, demasiado delgada... Y justo es cuando me da gusto que no me haya hecho todo el rosal...  De tanto dolor creo que ya no lo siento, aunque a veces siento como si fuera explotando pequeños pedazos de piel...

4:26 pm - Después de un rato me dejó de doler. Esa sensación de zumbido y vibración como que me adormece. Aníbal, el tatuador (artistazo, qué bárbaro) me confiesa que a él le adormece tatuar después de un rato (sobre todo después de comer, me dijo que le da el "mal del puerco" jaja).
Parece que ya acabamos. Cuando me limpia con un liquidito rosa siento como un trago refrescante de cocacola con hielos... Ahhhhh! Ahora me pone pomada y un plastiquillo y siento como suaves caricias de nubes frescas y rechonchas.



Me miro al espejo y veo mi rosa, esa hermosa rosa del jardín de la casa en la que crecí, de ese rosal que cortaba mi mamá (bueno, el jardinero) y sin falla volvía a crecer cada vez más grande y fuerte. De ese rosal en el que nos tomaron esa foto a mi hermana y a mí cuando estábamos chiquitas. Esa rosa a veces roja y a veces rosa, que mi mamá cortaba de vez en cuando y ponía en un florerito de cristal cortado, que a veces llevaba a mi abuela, y que desde que no está, mi papá corta y pone en el mismo florerito. Me veo el hombro y te veo a tí mamá, aunque, de cualquier modo, ya te traía en mi corazón.


No hay comentarios.: