domingo, diciembre 11, 2011

... doce ...

El miércoles en la mañana desperté cuando sonó el despertador, cosa que casi nunca pasa.
Mientras me bañaba recordaba lo que estaba viviendo hace un año, los días más feos de mi vida. Ese stress, el miedo, la impotencia, la incertidumbre, el enojo, la tristeza, el arrepentimiento, todo junto. Lloré y lloré y mis lágrimas se mezclaban con el agua de la regadera como para disimular mi tristeza.

El jueves intenté pasar un mejor día, pero es difícil cuando tu papá te recuerda que se cumple un año, aunque ya lo sabes.
Al llegar a la oficina, leí un mail que mandó papá, con un poema que le hizo a mi mamá. Un poema delicioso, lleno de inspiración, dolor, pero sobre todo amor. Antes de llegar a la mitad, ya tenía lágrimas en los ojos. Me detuve, sequé mis ojos, y seguí leyendo. Para cuando llegué al final, mis ojos tenían tanta agua que casi no podía leer. Salí corriendo de la oficina al baño, y me encerré. Lloré y lloré como cuando un niño pierde su juguete favorito, que sabe que nunca más lo va a encontrar, pero que nunca lo va a olvidar.

Durante mi encierro, trataba de desahogarme con una muy buena amiga, que pasó por lo mismo un poco antes que yo. Es terrible que esto sea algo que tenemos en común y que de cierta forma nos une más. Ella es muy unida a Dios y me recordó que Dios hace las cosas por algo, aunque no entendamos, y que nosotros tenemos que pedirle que nos de la fuerza para seguir adelante, y es lo único que podemos hacer. Que no me debo cuestionar, que no me debo enojar.

Tuve un día de locos, de esos en que no importa cómo tenías planeado tu día, parece que todo va a salir mal. Dolor de cabeza, stress acumulado, y todo lo demás que ya venía arrastrando desde la mañana.
Al final del día laboral, llegué por Memo, y como por arte de magia, hizo que olvidara todo el stress y el mal rato que pasé. Fuimos a casa de mis papás, a la misa de mamá.

Que horror, creí que con todo lo que había llorado en el día, ya no iba a llorar en la misa.

Cuando comencé ya no pude parar. Es extraño que mi papá sabía exactamente por lo que yo estaba llorando, y me dijo: "Tu no tienes la culpa de nada, no tienes de qué arrepentirte. Tienes que pensar en los recuerdos felices y llenarte de ellos y olvidar todo lo malo, Todo, me oíste?"

Mi papá es un genio, es muy inteligente, y muy fuerte, lo admiro, no sé cómo lo hace.

En ese momento me tragué mis lágrimas con un gran "gulp" y me acordé de las palabras de mi amiga Dany, y le pedí a Dios que me diera la fuerza para lograr olvidar los malos recuerdos y me llenara de los buenos. Seguí llorando, pero más tranquila. Creo que cuando estás en misa, Dios te escucha más rápido...
Al terminar, nos fuimos a casa de mis papás en compañía de algunos amigos y familiares, a comer botanita y tomar una copita. Hablamos de muchas cosas, y mi papá insistió que debemos de cerrar círculos...
Yo intento cerrarlo, pero cómo puedo cerrar un círculo como ese? Tal vez sigo sin entender, pero tengo miedo de cerrar el círculo y olvidar a mi mamá por siempre; y como decía mi tía, no es que la queramos atar, pero nos gusta recordarla.
No entiendo cómo se hace la distinción entre recordarla y atarla...
Ha pasado un año y sé que no la voy a olvidar, recuerdo perfectamente sus caras que hacía, sus miradas, su risa, sus gritos, sus chistes, sus movimientos, sus manos, sus pies, sus ojos, sus cachetes, su diente chueco, su constante vaivén cuando estaba parada, sus frases... pero aún así me da miedo.

Se que mi mamá en verdad nos ve desde arriba, se que lo hace y que nos manda regalos todos los días, nos manda cosas que nos hacen felices y que nos hacen recordarla. Un concierto de Hanson, cosa que nunca creí que pasaría; una serie en la que sale Elijah Wood, cada domingo; un perro hermoso, cosa que creí que menos pasaría...
El año pasado me gané boletos para ver a Julieta Venegas y se los regalé a mi amiga Sil, pues yo no podría ir porque mi mami estaba malita a punto de entrar al hospital. Este viernes fui al concierto de Julieta Venegas junto con Natalia Lafourcade, y fui excesivamente feliz... Si ese no es un regalo de mi mamá, yo no se qué otra cosa pudo ser.

Puede ser que yo me haga ideas, y que yo me ilusione, pero para mi, mi mamá si nos ve, nos manda regalos y sigue viviendo en nosotros.



Y si, cada día la extraño más.

2 comentarios:

Armando dijo...

Y el regalo más grande que te da tu mamá: el viaje de vida que estás emprendiendo...

El viaje...

AG

Chapistranis dijo...

Hace 8 anos falleció mi abuela, no espera, creo que mas unos 10. Yo sé que no se compara el sentimiento abrumador, pero no la olvido, no recuerdo cuando murió pero domino su cara, sus manos, sus platicas. Nunca se olvida.

A eso le llaman trascendencia.

Tu mamá transcendió, no tengas miedo, es imposible que la olvides!